Una familia es torturada a latigazos

Maibis Chau, víctima de la represión policial

| Segunda parte|

1.

En el patio de la familia Pachuco, en la finca 6 de Changuinola, los hombres tienen una cosa en común, más allá de ser afrodescendientes: lucen marcas recientes de latigazos en sus espaldas. Las heridas son largas como raíces y parecen senderos de hormigas; numerosos caminos de costras y de piel naciente recorren sus cuellos hasta sus cinturas, atravesando sus columnas vertebrales. Como no visten camisetas, se muestran al mundo semi desnudos y penalizados con correazos de orígenes esclavistas, tal cual el siglo XIX —y mucho antes— cuando estos castigos eran respetables y populares.

2.

La mañana despúes de los saqueos que ocurrieron en algunos locales comerciales en Changuinola del 20 de junio —ese día el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, declaró un estado de urgencias en esta provincia—, un convoy policial ingresó al patio de los Pachuco y disparó gases lacrimógenos a la familia de abuelas, madres, tíos, sobrinos, primos, nietos, bisnietos y extraños, que, desde mediados del siglo XX, ocupan estos casi 800 metros de tierra, buscando mercancía robada.

Los Pachuco escucharon unos disparos, quedaron a ciegas por una densa neblina de gases irritantes que cubrían sus pequeñas casas, y después sintieron la ferocidad de los policías.

Osman Chau, un descendiente de esta popular familia de Changuinola, estaba en su cama revisando las redes sociales en su teléfono, cuando inició la represión. Varios policías tumbaron la puerta de su casa, le patearon el rostro, le pegaron en la cabeza con los cascos que usan los antimotines, y llenaron el baño de su residencia de gas lacrimógeno para asfixiarlo. «Cada uno me agarró por la mano y por los pies y me metían la cabeza —en el baño contaminado de gas— y la sacaban (..) Me gritaban 'múerete hijueputa', ' múerete chucha de tu madre', 'te vamos a matar'».

Osman terminó aturdido en el patio de piedras grises como la de los ríos. Allí lo patearon otra vez y lo tiraron en un patrulla con uno de sus primos —también maltratado. El resto de la familia sufriría algo similar, y 11 de ellos fueron lanzados apaleados a otros carros patrullas.

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Dilcia Chau King, víctima de la represión policial

3.

Los Pachuco no se apellidan Pachuco. Son los hijos de Elvira King y de Alberto Chau. Esta pareja de negros bocatoreños tuvieron 18 hijos. Una de ellas, Maibis Chau, me dice que arribaron a la finca 6 de Changuinola en la década del sesenta del siglo pasado. Entonces, vivían en un caserón de madera, sin vecinos, frente a un jardín de baile. Su padre Alberto se ganaba la vida, en aquellos años, vendiendo pescado con yuca a los asistentes de los eventos. Maibis dice que pasaban hambre porque a su padre «le gustaba la chinguia —apuestas— y chupaba mucho». El apodo surgió hace décadas porque el papá vestía pantalones con basta ancha, y desde entonces son conocidos de esta manera. A los Pachuco también se les atribuyen vínculos criminales, pero una de sus familiares que estudia para ser profesora de educación física me dijo: «aquí hay muchos estudiados, graduados, trabajadores, hay de todo, no es como la gente lo cataloga».

4.

A Osman lo siguieron golpeando en el patrulla trayecto al cuartel de Changuinola. Cuando llegó a la estación policial lo primero que notó fue un estrecho pasillo largo que tenía unas 25 personas a cada lado armados de toletes, varillas, tablones de madera y sus pistolas. «Gritaban mi nombre. Este déjalo de último». Así que a Omar le tocó atestiguar esa calle de honor preparada para torturarlos. Como a sus familiares, lo azotaron entre todos los policías y después lo tiraron sin ropa a un piso. Osman vio que sacaron una correa «y me comenzaron a dar correazos, y vino otro y otro (...) Me dieron del bueno». Luis, otro familiar de Osman, que también recibió azotes en la espalda, dice que sintió la orina olorosa de los policías recorrer su cuello y luego su rostro. Un tío se hizo el desmayado para evitar que le metieran un tolete en el culo, tal cual hicieron con otros presos, como denuncian testigos.

5.

Osman fue subido a un avión con familiares rumbo a otra provincia donde lo esperaban autoridades y medios de comunicación. En el avión los policías les gritaban que si hablaban los tiraban desde el cielo. Los Pachuco fueron presentados al país como una banda terrorista, casi sin ropa, rapados, por televisión nacional y enviados a cárceles en las provincias de Coclé y de Chiriquí.

El día que los visité en el patio de los Pachuco —habían salido hace poco de las prisiones— se pusieron a mi alrededor y me mostraron un video de cuando los bajan del avión torturados. Decían que fueron investigados porque les encontraron una tarjeta de teléfono y otros que les robaron el dinero que tenían en casa. En algún momento, los familiares se rieron y se burlaron de Osman porque salía en las imágenes de los noticieros. «Ahora soy famoso en las redes sociales», me dice Osman sonriendo.

Por V.A. Mojica