poder

correspondencia | quisiera tener el poder de mandar todo a la mierda

El futuro puede ser el ayer. Una evidencia es mi última compra: un viaje al pasado, una imprenta japonesa Toko de mil libras, tecnología del siglo XIX, negacionista de la época virtual, reutilizadísima, que recibe mantenimiento de un mecánico octogenario, de los pocos que quedan en Panamá en el oficio. Para que funcione tengo que manipular varios botones, como si se tratara de un tren antiguo. Tiene dolencias como las de un anciano, y una de sus principales rarezas es que a medida que se hace más vieja opera con menos piezas. Me tomó un año hacerla funcionar. El día de su renacimiento fue increíble y el mecánico —maestro de la impresión— me imprimió unos posters de los dibujos que Kafka en blanco y negro. Nos dimos un estrechón de manos, pero pasados los días se le salió un brazo a la máquina de los que recoge el papel.

Muchas veces cuando la enciendo pienso en un cirquero pobre que acompañé hace algunos años en su gira de espectáculos. El cirquero cargaba sobre sus hombros un show casi obsoleto que lo empobrecía día tras día. Era uno de los pocos cirqueros que se mantuvo en el negocio en este país porque el resto de su generación se había cambiado de oficio para sobrevivir. Los circos tenían menos público y más restricciones, como el uso de animales. Pero él seguía en el camino. Tenía un par de monos, unos perros callejeros, unas serpientes, animales agotados y viejos, a su personal: su pareja y unos jóvenes muy pobres que le daban la mano. «No sé hacer otra cosa», me dijo cuando le pregunté por qué seguía en lo mismo. 

Al igual que El Rey Gitano, adolezco de la función del desprecio de mis aprendizajes previos  —y afines. Quisiera tener el poder de mandar todo a la mierda, pero no puedo. Soy como el perro que quiere morder a su dueño y se inclina por mirarlo con ojos de pena. Hace unas semanas, en la presentación de mi último libro —actividad que no me da ninguna riqueza y de la cual sigo anclado como barco hundido— me preguntaron sobre mi trabajo, y, como el cirquero, respondí que no sé hacer otra cosa.

No obstante, más allá de escribir, quiero seguir leyendo en papel. La vieja imprenta me mantiene en ese universo, aunque sigue dando problemas, tal cual carro veterano. Además, esta máquina es peligrosa para los que disfrutamos la soledad y el encierro. La petrificación esconde novedades. He aprendido, gracias a ella, sobre succiones, temperaturas, químicos, física, reproducción, ventilación, electricidad, pinturas y precisión como muy pocas cosas en la vida.

La impresión es un oficio para curiosos y perfeccionistas. Cada engranaje de la máquina, así como las fórmulas químicas, y el entintado funcionan casi con la minuciosidad del cuerpo humano. Para alcanzar el nivel de detallismo de este tipo de impresión —que los maestros impresores hacen ver muy fácil— se requiere claridad y destreza, acontecimientos que me emocionan y me hacen olvidar de la necesidad de algún futuro, hasta que se le sale otra vez uno de sus brazos y me toca esperar por el viejo mecánico mientras escribo estas palabras.

V.A.


anótate allí | otros poderes

El narrador invisible en guerras

entrevista

«Este tipo de literatura existe desde hace mucho tiempo en Rusia. Ya en la Primera Guerra Mundial, Sofia Fedorchenko recopilaba historias. Trabajaba como enfermera y anotaba las conversaciones de los soldados. Y también en la época soviética, Ales Adamovich, el escritor bielorruso, mi maestro, junto con Daniil Granin, el escritor ruso, hicieron un libro sobre el sitio de Leningrado. Aun así, tengo una opinión diferente. A partir de todos estos fragmentos, quiero crear una novela con las voces».

Una maleta llena de caramelos: Entrevista con Svetlana Alexievich, The Paris Review

Suitcase Full of Candy: An Interview with Svetlana Alexievich
Svetlana Alexievich on meatballs, Trump, and dying beautifully

Después mostraremos los dientes

libro

«“Desconfiad de quienes se muestren impacientes. Una algarada sólo beneficiaría al Pentágono, y reforzaría el poder de Lyndon B. Johnson. Estamos metidos en una guerra que puede durar veinte años. Está en juegos ni más ni menos el que Norteamérica sea una gran nación o una tiranía totalitaria. Ahora guardad la calma: este retraso no es nada comparado con veinte años”. Sí, un gran discurso. Una parte en Mailer confiaba en que la muchedumbre volviera a mostrarse un punto ingobernable, de forma que él pudiera aquietarla con su oratoria. (De todos modos, no le gustaba su discurso; era demasiado… moderado)».

—Los ejércitos de la noche, Norman Mailer

Los ejércitos de la noche - Mailer, Norman - 978-84-339-6053-5 - Editorial Anagrama
Este libro, galardonado con los premios Pulitzer y National Book Award, «un clásico», en palabras de Doctorow, está inspirado…

Superar al padre

obituario

«En los últimos años, Gloria Dea fue descubierta por una generación más joven de magos, entre ellos Einarsen, Lance Rich, Bizzaro y David Copperfield, que la visitaban con regularidad. Fiel al credo de los magos, dijo que no explicaba ninguno de sus trucos, pero le encantaba hablar de magia con ellos, y ofrecía una valoración cuando Einarsen practicaba su rutina. «Era picante», dice Einarsen. «Era muy ingeniosa».

—La primera maga en Las Vegas, Susan Orlean

The First Magician on the Vegas Strip
Gloria Dea began performing when she was five years old. Even then, she was sassy and self-assured.

La identidad es primero

series

En la última temporada de la serie The Americans, a medida que el FBI descubre a los espías y esposos rusos en Estados Unidos, Elizabeth y Phillip Jennings, sucede un diálogo revelador sobre el poder. «Las cosas están cambiando en casa (Rusia)», le dice Phillip a su pareja y enumera algunos de los cambios: están comiendo pizza y escuchando música nueva. Elizabeth le responde: «Quieren que seamos como ellos. Yo no quiero ser como ellos y tampoco la gente en casa.»

The Americans | Only on FX
The Americans is an FX original drama that stars Keri Russell and Matthew Rhys as undercover KGB spies during the Cold War.

después

matar | diciembre 2024

antes

estallar | octubre 2024