amar

correspondencia | contra tomarse de las manos

Tomarse de las manos puede escasear en la vida. Yo no me recuerdo de niño agarrado por los dedos de mi viejo y es probable que Thomas Bernhard tampoco conociera la mano de su papá. «Ya muy pronto había renunciado a preguntar por mi padre», escribió el holandés en Un niño. «Ese hombre invisible —según la madre del escritor— dominaba un arte. ¡El arte de la mentira!». A Bernhard lo persiguió la ausencia y los enigmas del papá «hasta hoy», escribió en su relato autobiográfico.

A mi padre le tomé la mano hace unos meses. Mi mamá se cayó en la cocina de la casa y terminó en el hospital con un fémur en pedazos. Esa noche nos sujetamos de las manos como si un pelotón nos fuera a fusilar. Hasta entonces, conocía muy poco ese saber desde la mirada del hijo. Las veces que junté mis dedos con los dedos de otra persona fue de adulto, enamorado, y cuando fui papá.

Sin embargo, con los años aprendí que tomarse de las manos no es necesario, ni es un símbolo de la unión entre parejas, ni la escena predilecta del cine para mostrar la compañía perdurable, ni un adivino de alegrías futuras o un evento reservado para enamorados. Muchas veces tomarse de las manos es un acto frívolo, insignificante y oportunista, como cuando decimos «te quiero» o tenemos sexo con un desconocido y sujetamos sus dedos contra el colchón de la cama.

¿Por qué tengo que agarrar a alguien? Quien sujeta a otra persona es muy posible que la pierda. No somos tan recíprocos como la cuerda de un malabarista. Jean Genet escribió en El Funambulista «Este amor —casi desesperado, pero cargado de ternura— que debes demostrarle a tu alambre, tendrá tanta fuerza como el que te demuestra él cuando te sostiene».

Antes de conocer a Genet, disfruté la atadura. Me gustó su dramatismo e infrecuencia, que sucede caminando en un bosque o cuando estás próximo a morir. El candado es placentero siempre y cuando no sea permanente. Pero otras veces me arruinó el día.

Una vez rechacé unas manos muy hermosas porque sentí fuego por mis piernas. Ella se molestó conmigo —y no es para menos—, pero ella no supo de mi incendio interior. No conocía mi aversión al encuentro de manos, aquel que simula el funcionamiento de la arena y de las olas del mar, al juego de acercarse y alejarse hasta desaparecer.

V.A.


entrevista |

Jhafis Quintero

Autor de la novela Se ha vuelto tan común la destrucción

¿Qué aprendemos del amor en Se ha vuelto tan común la destrucción?

Yo creo que se puede aprender que el positivismo que se promueve como la filosofía oficial de occidente no corresponde a la realidad. El amor está lejos de ser esa felicidad que en ciertas películas y algunos libros se conjugan en el futuro perfecto. «Y fueron felices por siempre», esa frase utópica nos ha llevado a la pereza emocional.

¿Por qué escribir una novela sobre una pareja que resiste una crisis interna?

En este libro convergen varios sentimientos que llegan desde dos personas diferentes hacia un mismo corazón. Mientras vivía en Europa, algunas heridas anteriores se reabrieron —había enviudado. Mi anterior esposa, Francesca había muerto de cáncer—, y otras nuevas heridas aparecieron en mi nueva relación con la protagonista del libro. Intuyendo que el final era inevitable decidí tomar la distancia justa.

En el libro atribuyes algunos sucesos a procesos químicos. ¿Qué nos dice este punto de vista sobre permanecer con alguien?

El ser humano se ve determinado por el sistema endocrino —que modifica y es modificado a lo largo de la vida por otro sistema endocrino—. No quiero ser reductivo, hay siempre mucho más: la conciencia, la cultura, pero es un hecho que atraemos o repelemos a otras personas de maneras químicas que están lejos de cualquier posible intervención del intelecto.


libro | se ha vuelto tan común la destrucción

En esta novela, el escritor Jhafis Quintero nos muestra una alternativa del amor, que no se deshace, sino que resiste a las más extremas crisis, guiado, entre otras cosas, por un sueño: «Se prometen —escribe Quintero—que los mejores momentos están por llegar, y lo creen».

Se ha vuelto tan común la destrucción

Jhafis Quintero

© Jhafis Quintero

© Casa Editorial Descarriada

ISBN | 978-9962-8514-4-8

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anótate allí | otros amores

Dejar de amarse

novela

«Quizá todo lo que había pasado era que Ella había comprendido —como lo había hecho Él, tiempo atrás— que no había ni habría ya más que eso, la repetición de algo banal y que no merecía ser repetido, excepto que se le dignificase asimilándolo con la idea de que eso era la felicidad».

—Mañana tendremos otros nombres, Patricio Pron

Mañana tendremos otros nombres
Escogido como uno de los “libros del año” por Babelia/El País, Zenda, El Economista, El Heraldo, El Comercio de…

No amarás a tu amigo

reportaje

«El 14 de octubre falleció en el Hospital San José Johnny San Martín, quien había sido el administrador general de ProCultura, y según quienes trabajaban en la fundación, era el hombre de mayor confianza de Alberto Larraín, el fundador. Para entonces las cotizaciones del trabajador no estaban pagadas, y sus cercanos dicen que eso le impidió tratarse las enfermedades que arrastraba».

—La muerte del testigo clave del caso ProCultura, Benjamín Bravo Yusta y Nicolás Sepúlveda.

La muerte del testigo clave del caso ProCultura: Johnny San Martín, el hombre de confianza de Larraín que se descompensó luego de un allanamiento | The Clinic
La historia del testigo clave de ProCultura que falleció porque la fundación no le pagó las previsiones de salud.

Amar a un adolescente

cine

«Con esta película —Kung Fu Master—, intentaba comprender a los adolescentes. Hay una escena al principio con Jane frente a una ventana, e incluso se me ve por unos segundos. Siempre me hago la misma pregunta sobre los adolescentes y su mundo interior. Son frágiles. Pero no puedo imaginar que esta historia ocurriese ahora, porque con internet, las películas porno y la amplia disponibilidad de material pornográfico, los adolescentes de hoy no están en la misma situación que hace 35 años».

—Agnès Varda por Dana Knight, The Independent.

Kung-Fu Master! (1988)
A lonely 40-year old woman finds herself shattering taboos by falling in love with the 14-year old Julien – but is it romance, or a desperate attempt to turn back time in the face of middle age?

Amar escombros

poesía

Habrá que recoger el corazón

del sitio en que cayó esa madrugada

y coserse una sonrisa

para atravesar el muro.

Habrá que enterrar ciertos recuerdos

allí donde no puedan allanarlos

en algún rincón de la memoria

y abordar el dolor de otros comienzos.

—Habrá que recoger el corazón, Consuelo Tomás Fitzgerald.

Consuelo Tomás
La poesía panameña y Consuelo Tomás

después

ocupar | agosto 2025

antes

matar | diciembre 2024